¿En qué medida la gastronomía es un motor de desarrollo económico, social y cultural para Perú?

La gastronomía peruana es de las más diversas del mundo, como lo demuestra el hecho que es uno de los países con mayor número de platos típicos (ceviche, arroz con pollo, rocoto relleno, pachamanca, etc.), alcanzando un nivel equivalente al de la comida china o francesa. En los últimos años la cocina peruana ha recibido una serie de reconocimientos a nivel mundial, entre ellos podemos destacar la designación de Lima como capital gastronómica de América Latina.

El boom de la gastronomía peruana acarrea un vertiginoso desarrollo económico, tanto en la generación de empleo e ingresos del sector (el gasto en alimentación en 2011 fue de 45,000 millones de nuevos soles aproximadamente, lo que representa el 9.5% del PBI), como en la demanda de productos agropecuarios, recursos naturales, productos envasados y utensilios de cocina.
La gastronomía se está convirtiendo también en un creciente foco de atracción turística hacia Perú (especialmente a través del turismo gastronómico), y de exportación de franquicias, mano de obra y bienes al extranjero.
Además, el impacto de la cocina peruana se refleja en el acelerado crecimiento de las publicaciones gastronómicas, y en el protagonismo gastronómico en la publicidad.

Se nota que la gastronomía es también un agente promotor de cambio que influye la sociedad peruana. Actualmente, cinco millones y medio de personas se benefician directa o indirectamente por la cadena gastronómica en todos sus niveles, desde la actividad primaria (61% de los puestos de trabajo) a la industria (5%), el comercio (10%) y el servicio de restauración (24%). Por ejemplo, numerosos institutos universitarios y técnicos de formación, impartiendo distintas carreras relacionadas con la gastronomía, egresan a miles de jóvenes de pocos recursos.
Gracias a la estimulación y apoyo al productor local, muchos agricultores han dejado de cultivar plantas de coca destinada a la producción de droga ilegal y optan por cosechar granos como el cacao y el café, que ahora son un mercado lucrativo. Demuestra bien que la gastronomía peruana tiene el potencial de cambiar el porvenir del país.

Pero quizás el aporte más grande de la gastronomía no se refiere sólo a los aspectos económico y social, sino al cultural. Se ha convertido en un factor de reafirmación de identidad, de revaloración de comidas y sentimientos regionales.
Más allá de distingos sociales y regionales, la fiesta Mistura subraya bien que crece el orgullo por la comida peruana, la gastronomía se comenta en la calle y se convierte en tema de creciente interés y debate. Por ello, son cada vez más los restaurantes y cocineros que se jactan de usar productos y de aplicar estilos de cocina peruana.

A pesar de este inmenso potencial, se debe destacar también la paradoja de Perú que es la frustrante contradicción de ser un país con una excelente gastronomía pero donde campea la desnutrición. Toca entonces capitalizar todas las potencialidades mostradas por la gastronomía en estos últimos años y fortalecer el movimiento desde las bases, es decir, desde las regiones y con una mirada al futuro, involucrando a las nuevas generaciones.