Alejandra Ortiz Hernández
801-11-5150
CISO3122-011
Ensayo #2
Equilibrium es una película dirigida por Kurt Wimmer que representa una sociedad distópica. Después de la última gran guerra, la humanidad ha quedado reducida a una sombra de lo que fue, recluida en Libria, una ciudad amurallada aislada del resto del mundo. Los ciudadanos de Libria confían en un gobierno cuyo propósito es mantenerlos a salvo de las guerras, la miseria y el sufrimiento. Todas los integrantes viven controlados militarmente por un Padre. Aquellos que incumplen las leyes y sienten emociones son tildados de ofensores, so pena de muerte. Para identificar y cazar a los ofensores el estado emplea entonces un cuerpo élite conocido como los Clérigos del Tetragrámaton, expertos en combate, cazadores y verdugos.
Althusser nos presenta la definición del Estado como un conjunto de atributos físicos y abstractos que comprenden el gobierno, la administración, el ejército, la policía, los tribunales, las prisiones y la educación, entre otros. Tanto el Padre, el Tetragrámaton y las prisiones de los ofensores pertenecen a este concepto que nos presenta Althusser. Asimismo, el Estado está compuesto por dos aparatos: el aparato de Estado, que contribuye a su propia reproducción; y el aparato represivo, que funciona mediante la represión y la violencia. El primer aparato es evidente mediante la administración del Padre y Tetragrámaton (ambos términos aludiendo a un ser superior, un Dios) sobre Libria.
Después de la Tercera Guerra Mundial, a los sobrevivientes se les hizo creer que las emociones y la falta de control sobre ellas eran las razones de toda la miseria del ser humano. La gente debe tomar diariamente una dosis una droga que reprime cualquier tipo de emoción, como también renunciar a cualquier cosa que pudiese provocar algún sentimiento y consecuentemente un conflicto (por ejemplo, literatura, arte, mascotas, etc.). En Libria, cualquier contacto con la literatura o creaciones artísticas humanas que incluyen piezas de arte, libros, música y otros artefactos, queda fuera de la ley, ya que estas cosas podrían suscitar emociones y cambiar la manera en la que la sociedad debería pensar y reaccionar. Estos elementos, irónicamente, son los que representan la humanidad (no como cuerpo colectivo, sino en función de la calidad de ser humano) que le devuelven la realidad a la gente; que permiten la contemplación, el análisis y la comprensión de las emociones invertidas y plasmadas en la creación de los artefactos.
El segundo aparato del Estado, por supuesto, responde al poder que ejercen los clérigos sobre la sociedad tanto con la droga que reprime las emociones y la censura emocional en la que ésta resulta, como con los violentos castigos a los ofensores. La represión de las emociones representa sin duda alguna la negación de la condición humana. Ambos aparatos posibilitan la reproducción entonces de una relación entre los dominantes y los dominados.
Freud define la cultura como la suma de producciones que nos diferencian de los animales, y que sirve a dos fines: proteger al hombre de la naturaleza, y regular sus mutuas relaciones sociales. Libria construye un nuevo mundo para los sobrevivientes e impone una cultura que busca exactamente eso, proteger al hombre de su [propia] naturaleza y regular las relaciones entre ellos; para esto último el hombre como individual debió ceder su voluntad al poder de todos, al poder de la comunidad (al poder del Estado) y todos debieron sacrificar algo de sus instintos: la cultura los restringió.
Para evitar más guerra y sufrimiento, Libria impuso una vigilancia constante y privativa en sus vidas personales para así poder mantener la paz vía conformidad total. Todo debe estar bajo control, por lo que la privacidad no existe.
Althusser distingue que en todas las sociedades existen dos ámbitos: el público (el Estado) y el privado (instituciones como las iglesias, los partidos, las familias, algunas escuelas, la mayor parte de los medios de comunicación, empresas, etc.); y también pretende entender cómo ambas se mezclan, fusionan y terminan convirtiéndose en Aparatos Ideológicos del Estado. Los AIE actúan mediante la persuasión —a diferencia del aparato represivo, que funciona mediante la violencia— impartiendo de manera casi subliminal la ideología de los grupos dominantes. Un ejemplo evidente de esto es la propaganda constante en Libria para tomar la dosis de la droga bajo el pretexto de mantener el orden social. Por otra parte, es interesante cómo la institución familiar, que tradicionalmente se considera privada, es empleada como parte del ámbito público en Libria, todo en función de las ideologías del Estado.
Es por esto que Althusser afirma que si aceptamos que la clase dominante tiene el poder del Estado y dispone, por lo tanto, del aparato de Estado, la clase dominante se vuelve una parte central y activa de los AIE.
El protagonista de la película, John Preston, es un clérigo del Tetragrámaton, uno de los mejores y más respetados. Cuando pierde una dosis de su droga, Preston, quien ha sido entrenado para hacer cumplir las leyes estrictas del nuevo régimen, comienza a experimentar sentimientos que hacen de el clérigo el hombre ideal para terminar con la represión del estado. Podemos observar el regreso a la “verdadera realidad” —representada por los artefactos y suprimida por la droga— a través de los cambios paulatinos en el pensar de John Preston según deja de administrarse el medicamento.
Freud explica que en la sociedad, un individuo canaliza la agresividad dirigiéndola contra el propio sujeto y generando en él una conciencia moral, que a su vez será la fuente del sentimiento de culpabilidad y la consiguiente necesidad de castigo. Es por esto que la transformación de Preston es tan cautelosa, va explorando las consecuencias de no inyectarse poco a poco hasta encontrarse con su yo de frente. Los instintos del yo tienden a conservar al individuo. La tensión que se crea entre el superyó y el yo subordinado se conoce como culpabilidad; que en el contexto, es inevitable, ya que Preston era un clérigo importante que formaba parte del aparato represivo para que luego su vida tomara un giro total .
Freud plantea que lo “bueno” o “malo” lo establece una autoridad ajena sin tomar en consideración cómo afecta el yo, en este caso el Padre; pero el yo no lucha y se subordina por por la angustia que produce el temor de ser descubierto obrando mal.
Wimmer, el director de la película, comentó a un diario estadounidense que la película refleja un proceso muy personal en su vida en el que pasó de no sentir nada a sentirlo todo. El protagonista de su película pasa por ese mismo proceso: cambia de un policía dedicado que sirve ciegamente al destructor del sistema en solo un par de días.
Esta es la idea principal con la que empieza la historia: el viaje interior del protagonista hacia sentir, a través del cual él cambia sus perspectivas y actitudes hasta finalmente llegar encontrarse cara a cara con sí mismo, capaz de diferenciarse de las masas y poder pensar como un individuo y no como parte de un colectivo. De hecho, cuando Preston por primera vez no toma su dosis, lo primero que cambia es su escritorio como señal de disconformidad. Según se desarrolla la trama de la película, Preston comienza a simpatizar con los rebeldes que no toman su dosis diaria de la droga.
Queda claro y se pueden identificar los planteamientos de Freud en este movimiento opositor. Sin duda, se crea un enfrentamiento entre la naturaleza de los seres humanos y las restricciones impuestas por Libria, que a medida que esta establecía restricciones cada vez mayores, restringía cada vez más la posibilidad de satisfacer los instintos de los hombres, generando insatisfacción y sufrimiento. En la búsqueda inevitable de la felicidad, que es una meta irrealizable, Freud propone que el hombre se tiene a tres posibles soluciones: distraerse, buscar satisfacciones alternas o narcotizarse.
La manera más común de distraerse es la sublimación, es decir, reorientar los instintos para eludir las frustraciones del mundo exterior y canalizar lo instintivo hacia satisfacciones artísticas o científicas que alejan al sujeto cada vez más de ese mundo exterior. Pero Libria prohibía rotundamente esas satisfacciones artísticas y científicas para mantener el orden, por lo que los ciudadanos resultaban entonces casi coercidos hacia la tercera opción, narcotizarse.
Libria impuso un camino único para ser feliz y evitar el sufrimiento: tomar una dosis diaria que evitaría por completo las emociones. Pero al igual que muchas otras distracciones o satisfacciones alternas, el narcótico terminaría reduciendo el valor de la vida, “deformando el mundo real e intimidando a la inteligencia, infantilizando al sujeto y produciendo delirios colectivos.” Y además, tampoco era capaz de eliminar totalmente el sufrimiento.
Preston, como parte del movimiento opositor, se hace parte de un complot para asesinar al Padre y derrocar el poder de Libria. Sus pares comienzan a sospechar de sus acciones, pero él logra mantener la calma y sosegar las sospechas, siempre manteniendo un estado de ánimo monótono tanto para sus hijos como para sus pares; explica que sus acciones extrañas son solo parte de un esfuerzo de infiltrar el cuerpo de los rebeldes. Sin embargo, un compañero de trabajo nota que Preston actúa muy distinto y, luego de verlo llorar descontroladamente por la muerte de una mujer, lo arresta y es llevado a ser juzgado ante el vicecanciller, a quien logra engañar y sale libre. Como parte de un plan elaborado, los líderes de la resistencia se entregan a Preston para que éstos pueda finalmente encontrarse con el Padre; la trama sin embargo se complica cuando se revela que el Padre había muerto hace años y el vicecanciller estaba usando su imagen para gobernar a Libria. Preston logra vencerlo, destruye la maquinaria que utilizaba el gobierno para comunicarse con la gente y los rebeldes explosionan tanto las fábricas de la droga como las prisiones de los ofensores, dejando claro que una revolución ha comenzado.
Por último, el comienzo de esta revolución es cónsono con el planteamiento de Althusser de que toda lucha de clases gira en torno al aparato de Estado, mientras que la toma y la conservación del poder de éste por la resistencia responde al concepto de poder de Estado, que es realmente el objetivo. Aunque son dos conceptos individuales, inevitablemente están intrínsecamente unidos; aunque el poder y las intenciones del Estado cambien, el Estado en sí generalmente se mantiene.