Martín Weiss – La Guerra del Fútbol y En África, a la sombra de un árbol.

En primer lugar, y comenzando con el texto de La Guerra del Fútbol, me quiero referir a algunas características literarias que según mi opinión le dieron vida a este conjunto de letras que pretende contar una historia.

“Nadie en el mundo le prestó atención”
Creo que frases como estas, inventadas por el cronista, por cierto, a pesar de ser arriesgadas por que no son verdad, adquieren una verosimilitud profunda en la crónica que permite cualquier tipo de ideas a su creador. Cuando dice la frase, permite al lector imaginarse que en realidad a nadie le interesaba, pero la historia comienza a darse vuelta cuando continúa con el relato y finalmente el partido que a nadie parecía interesarle, terminó en una guerra entre Honduras y El Salvador.

En segundo lugar, alabo la magnífica capacidad de Kapuscinki de unir historias totalmente distintas pero que parecen ser una sola: Comenzando con el relato de Luis, luego de Amelia Bolaños, la niña que se disparó por ver a su patria perder, al mismo tiempo la historia de ambos equipos, la reacción del guardia de prisión Augusto Madariaga, el caso de México-Perú y México-Bélgica, y finalmente la historia de José Málaga, parecen ser la historia de una sola persona, completamente unificada y perfectamente contada.

Al comenzar el relato de la guerra entre ambos países, el autor no solo cuenta lo que se sabe históricamente, sino como lo vivió el y todos los demás que estaban en Honduras esa tarde en la que cayó la primera bomba en la ciudad. El darle importancia a las cosas más comunes hacen que cada detalle, cada elemento o personaje emitan un sonido en la mente del lector que finalmente le permiten imaginar la historia como si el mismo la estuviese viviendo.

Por otra parte, y relacionándolo con lo periodístico, hay una cantidad de citas, de personajes y entrevistas que te hacen pensar que esta todo completamente abarcado, que no queda nada por contar, y lo mejor de todo: que es todo verdad.
Esto creo que no hace nada mas que generar cercanía entre el lector y la crónica que está leyendo… Creo que sin lugar a dudas, la crónica se está convirtiendo mi género favorito. Como decía el texto de Chaparros, el darle la oportunidad a cualquier persona o objeto que parece cotidianamente común, de pasar a ser noticia, es algo que valoro profundamente. El ocupar de testimonio a personas que nunca han sido tomadas en cuenta o simplemente son tan vistas que nadie se pone a pensar sobre su existencia, le da un carácter tan pragmático de justicia a la crónica que pareciera ser la justicia escrita en papel.

El final de este primer texto creo que es perfecto, deja un suspenso tan grande, que incluso me hace pensar que puede ser peligroso y dejar a los lectores con una angustia de no saber lo que pasó después.

En cuanto al segundo texto, el centrar la narración en algo tan común, tan natural como un árbol, pero que contiene tantas historias o incluso una cultura bajo de él, hace que el texto sea rico en emociones y fácil de leer.
El lenguaje es simple y se acompaña de signos lingüísticos que permiten la imaginación de una manera tan fluida como la del agua del río que el autor menciona en África.

En lo personal me gustó porque comienza preguntándose el por qué de la existencia del árbol, por qué solo uno y no más y luego sigue contando lo que pasa de el. Todo tiene un orden lógico, puntos separados pero totalmente interconectados entre ellos.

Me llamó particularmente la parte en que relata la manera que tenían de solucionar los conflictos cuando dice “debían seguir al día siguiente cuando haya luz, que se vea si sus palabras y sus ojos dicen lo mismo”. Me impresiona que frases tan cortas como éstas puedan tener tanto contenido que te haga reflexionar. Actualmente se discuten muchas cosas en la oscuridad y no solamente física. Pienso de inmediato en las redes sociales, cientos de discusiones pasan día a día por cientos de usuarios, pero discusiones que finalmente no tienen ningún sentido. Nadie se mira a los ojos, solo miramos lo que escriben o las fotos que mandan… Sin lugar a dudas, estamos perdiendo el sentido de la comunicación cada vez mas por muy conectados que estemos.

Quizás no estoy cumpliendo con el requisito de este trabajo en destacar las cualidades lingüísticas o literarias que ambos textos presentan, pero lo que quiero es demostrar que sí dan espacio para reflexionar con ejemplos tan ajenos como el de África o el de El Salvador y Honduras sobre cosas que pasan en el mundo de hoy.

Por otro lado, y quizás para apuntar más hacia lo que se nos pidió, la forma del autor de hablar “desde aquí” en primera persona, da la sensación de que nos está mostrando todo lo que el vive, lo que significa un acto de transparencia y profunda confianza que se genera entre ambos participantes, el autor y sus lectores. La gracia de los textos, a diferencia de la televisión es que no te restringe a pensar lo que estas viendo en las imágenes, por el contrario, te abre la imaginación a tal punto que te permite entrar a un mundo totalmente desconocido, o en el caso de que sea conocido, es el mundo que tú te quieres imaginar.

Habla del hombre africano desde dentro, no como el europeo que ve solo lo superficial del país cuando lo visita y eso, eso es lo que valoro. La sinceridad que tanto falta en el periodismo de hoy en día se ve fielmente reflejada en estos dos textos, pareciera que la misma verdad los hubiese escrito.

A modo de conclusión, quiero rescatar los recursos de proximidad, de transparencia y coherencia que tienen ambos textos, cualidades que lo hacen totalmente comprensible y agradables de leer.

Gracias.