Ensayo: Una aplicación teórica del existencialismo y el absurdo a la política

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Abstract
El presente ensayo tiene como objetivo principal hacer un ejercicio teórico deductivo y de aplicación de los postulados existencialistas al plano de la política. En ese sentido trata desde una mirada crítica, evaluar a partir de la filosofía existencialista y el absurdo, el hecho de que en aspectos de la vida privada los gobiernos restrinjan las libertades. A partir de lo expresado y un acercamiento conceptual a los textos de Sartre y Camus nos concentraremos en comprender los conceptos de libertad, el absurdo y la rebelión asociados a la política, entendiendo a esta última como las relaciones de poder existentes entre los seres humanos para resolver problemas sociales, para finalmente dar una respuesta aproximada a la problemática de la libertad en la toma de decisiones que afectan al individuo.
Palabras clave: <Existencialismo, J. P Sartre, Albert Camus, política, libertad, poder, absurdo>
Hoy en día las políticas públicas y los gobiernos occidentales democráticos han centrado sus esfuerzos en ampliar todo lo referente a las libertades individuales de las personas de las distintas sociedades. La democracia en la forma de la representación y la delegación del poder ha contribuido a grandes avances. No obstante, los intereses individuales por sobre los de la sociedad han implicado una serie de críticas por parte de distintos sectores que acusan a los gobiernos. Frente a esto cabe preguntarnos cuál es el sentido de que otros tomen decisiones por nosotros especialmente en temas que específicamente implican actos que son de carácter privado y que poseen una sanción o pena, como por ejemplo en el caso chileno con respecto a temas referentes a unión de parejas del mismo sexo, consumo de drogas e incluso en caso muchos más extremos, algunos sectores que se declaran “libertarios” apelan a la eliminación del Estado por ser este un ente que coarta las libertades de la empresa individual. Evidentemente el tema que es transversal a estas problemáticas hace referencia a la definición del concepto de Libertad y es este el principal concepto que encontramos en los textos de Sartre y Camus. ¿Qué respuesta nos daría este tipo de filosofía si quisiéramos hacer una aplicación a la política? Si bien podría parecer que hay una pretensión de forzar conceptualizaciones de los autores y que podríamos caer en un argumento de división (que una propiedad general se aplica a sus partes) podríamos argumentar que lo que se hace aquí es un ejercicio deductivo, teniendo como hipótesis que el existencialismo al considerar la libertad como premisa universal (y por tanto aplica a todas las acciones del hombre, siendo este un tipo de humanismo), en cierta medida debería contemplar la acción política siendo esta última, parte de la acción humana. Por otro lado podríamos argumentar que el existencialismo afecta al campo de la política ya que en cierta medida se identifica con un discurso que apela al poder subjetivo en cuanto a la toma de decisiones lo cual es parte de una definición general de la política.
Si tuviéramos que señalar los conceptos más representativos del existencialismo declarado por Sartre, entonces deberíamos decir que es la Libertad. Si bien Sartre tuvo algunas conexiones con el comunismo no es claro en evidenciar que rol jugaba el existencialismo en la política, esto precisamente porque sus visiones se acercaban a interpretaciones filosóficas que se centraban principalmente en una visión general de la humanidad, tal como lo declara Sartre, “hacer posible la vida humana” (Sartre, 1946) y dar una respuesta renovada a las concepciones de la filosofía moderna. Lo que es importante recalcar es que si el existencialismo buscaba hacer posible la vida humana, entonces este no debería ser ajeno a las problemáticas que se derivan de la política como parte del actuar del ser humano, pero ¿cómo acercarnos a la política desde un prisma existencialista? Lo primero es considerar que “la existencia precede a la esencia” (Sartre, 1946) y bajo esta lógica, la política sería entendida como un concepto que bajo ciertas condiciones de la realidad material se iría construyendo y que por tanto no sería posible generar una idealización de la política dado que esa idealización responde a la esencia y por tanto esa esencia no podría haber sido determinada sin concebir en primera instancia las condiciones en las cuales se genera. Bajo este prisma, la política y el poder no podrían ser conceptos fijos y serían por tanto un complejo de relaciones dinámicas que se adecuarían a concepciones subjetivas y situaciones diferentes tal como sucede con el ejemplo que nos presenta Sartre en “El existencialismo es un humanismo” con respecto al joven que se enfrenta a las disquisiciones de quedarse con su madre o partir al ejército. La política en definitiva sería una red de relaciones que implicarían tomas de decisiones ajenas a preconcepciones o ideales.
En segundo lugar es necesario al concepto de libertad, ya que es uno de los temas más tocados por el existencialismo, y en la actualidad, son el principio básico de las ideologías hegemónicas de las sociedades contemporáneas occidentales. Esto se hace fácil de notar si analizamos los discursos presidenciales de las potencias mundiales de occidente o incluso en nuestro país, en los cuales el concepto de libertad no puede dejar de aparecer.
“Si Dios no existe todo está permitido. Este es el punto de partida del existencialismo. No encuentra ante todo excusas. Si, en efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad.” (Sartre, 1946) Sartre pareciera decirnos a través de Dostoievski que la libertad es un todo. La libertad se hace presente al momento de ejercer la toma de decisiones las cuales implicarían una cantidad infinita de opciones e incluso también podría ser la nada, ya que al no tomar una opción se cae en elegir la opción de hacer nada y por ende esta también tendría consecuencias. Es de esta forma que la libertad escapa al determinismo ya que no sería posible decir fijamente que es la libertad. No obstante, es necesario considerar que si aunque Dios existiera o no existiera no es razón suficiente para no ejercer la libertad, dado que podríamos encontrar una infinidad de casos particulares en los cuales se utiliza el nombre de Dios para cometer un acto de forma deliberada, como por ejemplo el extremismo y fundamentalismo religioso, lo mismo ocurriría en el caso de ideologías totalitarias como el fascismo o el socialismo estalinista que establecerían usos discursivos para actuar conforme a ideas preestablecidas de “libertad” (Zizek, 2008). Esto último, además tiene sustento al declarar Sartre que “Ninguna moral general puede indicar lo que hay que hacer” (Sartre, 1946). De la misma cita referida a Dostoievski se puede inferir que las acciones buenas serán aquellas que favorezcan el ejercicio de la libertad de los demás, dado que es necesario considerar igualmente que Sartre reconoce la necesidad del ser humano de definirse así mismo por medio del “otro”. Y al querer la libertad descubrimos que depende enteramente de la libertad de los otros, y que la libertad de los otros depende de la nuestra. Ciertamente la libertad, como definición del hombre, no depende de los demás, pero en cuanto hay compromiso, estoy obligado a querer, al mismo tiempo que mi libertad, la libertad de los otros; no puedo tomar mi libertad como fin si no tomo igualmente la de los otros como fin (Sartre, 1946). De forma análoga, podría decirse que malas serán todas aquellas acciones que impliquen la falta de compromiso, que impliquen eliminar la libertad de otros. Cualquier acto en contra de esta significaría un acto de mala fe, este último referido por ejemplo al engaño, al auto-engaño o aquellas elecciones infundadas por el error (Sartre, 1946). Evidentemente podemos notar una suerte de categorización que podría de tildarse de moral, sin embargo, no se puede evidenciar o categorizar que acciones serían buenas o malas a priori más que los hechos que se mencionaron anteriormente.
Sartre además de mencionar a la libertad como parte del ser humano declara que ésta además trae consigo la responsabilidad y el subjetivismo, el primero haciendo referencia a que al ejecutar un acto tras un decisión implica necesariamente la responsabilidad de aquella decisión y en el caso del subjetivismo que significa “elección del sujeto individual”. Por tanto el existencialismo declara firmemente que las elecciones implican un acto propio de elección, es decir, que le pertenece sólo a él y que además dicha decisión posteriormente involucra que el hombre se hace responsable de dicha elección.
Finalmente considerando los dos temas anteriores podríamos inferir que la política sería un acto que asumiera como máxima la libertad, que estuviera libre de ideologías pero además implicaría un proceso dialéctico ya que es necesario contemplar la libertad del otro para construir la propia, que involucra un acto de compromiso y que a su vez cualquier acto de negar dicha libertad implica un acto de mala fe.
A diferencia de Sartre, el tema principal de la obra de Camus se centra en el concepto de lo absurdo, que en palabras simples significa la carencia de sentido. Camus en el mito de Sísifo comienza por expresar que hay un solo problema filosófico serio: El suicidio (Camus, 1985). La dinámica de su obra se sienta en intentar un acercamiento que implique una afronta al absurdo de la vida humana frente a la posibilidad de acabar con la vida. Su principal respuesta se concretiza en la rebelión, en una suerte de desafío que se le ha impuesto al hombre:
“Negar uno de los términos de la oposición de que vive es eludirlo. Abolir la rebelión consciente es eludir el problema. El rema de la revolución permanente se ha trasladado así a la experiencia individual. Vivir es hacer que viva lo absurdo. Hacerlo vivir es, ante todo, contemplarlo. Al contrario de Eurídice, lo absurdo no muere sino cuando se le da la espalda. Una de las únicas posiciones filosóficas coherentes es, por lo tanto, la rebelión. Es una confrontación perpetua del hombre con su propia oscuridad. Es exigencia de una transparencia imposible.” (Camus, 1985)
Sartre se centra en preguntarse acerca del existencialismo (la existencia precede a la esencia), no obstante, ¿qué es lo que sucede si tal existencia carece de un sentido? La pregunta esencial que hay que hacerse en este punto, es hasta qué punto la acción política es parte del absurdo o presenta una afronta al absurdo de la condición humana. Camus nos plantea que la única solución posible contra el sin sentido y/o el absurdo es la rebelión, es decir, entender la situación a lo que se enfrenta, comprender el sin sentido y levantar cabeza contra las problemáticas que derivan de su existencia. La rebelión “Exige un esfuerzo cotidiano, el dominio de sí mismo, la apreciación exacta de los límites de lo verdadero, la mesura y la fuerza. Constituye una ascesis. Todo eso "para nada" (…) exige a un hombre y la ocasión que le proporciona de vencer a sus fantasmas y de acercarse un poco más a su realidad desnuda.” (Camus, 1985) Entendemos que la acción política centra sus esfuerzos en resolver los conflictos que se derivan de la vida en sociedad, que nacen a partir de la infinidad de diferencias individuales o desigualdades sociales (Valles, 2010). Por tanto podríamos decir que frente a las problemáticas diarias que implican la vida humana como la pobreza, la miseria y el castigo social, la posibilidad de la muerte siempre está presente pero en cierto sentido la política ha nacido para detener la pulsión de aquella muerte buscando una forma de rebelión frente a las situaciones. La política surge como un aporte para resolver los problemas sociales, no obstante, no podemos decir que la política esté fuera del absurdo. SI ha nacido como una impronta a la problemática social ¿cómo es posible que sea utilizada como medio para resolver solo intereses individuales? He aquí el absurdo de la política ¿Qué puede hacer un ciudadano cuando el representante que eligió para resolver sus problemas escapa a sus tareas y actividades? Frente a esto nos encontramos contra otra problemática, si consideramos que los individuos son racionales y egoístas como lo suponen por ejemplo las teorías económicas de la acción democrática, sabremos que protegerán su estatus de poder y por tanto el hombre o el ciudadano normal se queda solo, inmerso en sus problemas. Bajo esa óptica el sólo hecho de que exista la política como una medida de resolver problemas es un absurdo ya que no podrá solventar los problemas que supone la vida y su sin sentido. Solo el propio individuo puede afrontarse a la vida y sus disquisiciones.
Para Sísifo, la única dignidad del hombre era "la rebelión tenaz contra su condición, la perseverancia en un esfuerzo considerado estéril" (Camus, 1985). Es aquí donde la política carece de sentido, Camus declara: “no puedo comprender lo que sería una libertad que me fuera dada por un ser superior (referido a Dios). He perdido el sentido de la jerarquía. No puedo tener de la libertad sino el concepto del prisionero o del individuo moderno en el seno del Estado. La única que conozco es la libertad de espíritu y de acción. Ahora bien, si lo absurdo aniquila todas mis probabilidades de libertad eterna, me devuelve y exalta, por el contrario, mi libertad de acción. Esta privación de esperanza y de porvenir significa un acrecentamiento en la disponibilidad del hombre”. Camus enfatiza en la libertad de acción y que el Estado significa también una forma de poner trabas a la libertad y frente a esta situación la única respuesta obvia es la rebelión. Desde este punto, la rebelión en si no significa la violencia física contra el Estado, sino como una rebelión metafísica del ser humano frente a las condiciones miserables de su vida, bajo esta lógica, un sistema político con pretensiones de mejorar mi calidad de vida no suponen que deba poner esfuerzo en aquel, sino preocuparme de mi condición individual.
Con respecto a los discursos ideológicos que son parte de la política Camus declara que “No lo ignoramos, todas las Iglesias están contra nosotros. Un corazón tan tenso se sustrae a lo eterno y todas las Iglesias, divinas o políticas, aspiran a lo eterno. La felicidad y el valor, el salario y la justicia son para ellas fines secundarios. Proporcionan una doctrina y hay que consentir en ella. Pero yo nada tengo que ver con las ideas o lo eterno. Puedo tocar con la mano las verdades a mi medida. No puedo separarme de ellas. Por eso no se puede fundar nada sobre mí: nada del conquistador perdura, ni siquiera sus doctrinas” (Camus, 1985). Podemos inferir que al igual que Sartre, Camus contempla que no pueden existir ideas fijas y por tanto no podría existir una sola forma de hacer política. Las fórmulas ideológicas no tendrían validez si es que la política mantuviera la lógica de solucionar los problemas.
Conclusión
La pregunta planteada al inicio de este ensayo pretendía responder desde una mirada de los autores estudiados por qué hemos de elegir que otros gobiernen nuestras acciones, lo que en cierto sentido implica la falta de autonomía y la imposibilidad de tomar ciertas decisiones por temor a ser penalizados.
Hoy en día es la democracia y la libertad quienes dominan el clima político. Elegimos representantes no solo con una función económica y por pensamiento racional, elegimos representantes también para que estos dentro de un sistema institucional aporten en la solución de los problemas que implican la existencia mutua entre seres humanos. En cierto sentido bajo el prisma del existencialismo la política es el resultado de la intersubjetividad, ha forjado una concepción aún más fuerte para comprender la democracia dados sus asentamientos en la libertad, no obstante la problemática que nos plantea la libertad se centra en cómo identificar que las personas que nos representan tomen el compromiso de la búsqueda de la libertad, eliminar el autoengaño y el engaño o en palabras simples los actos de mala fe. Frente a dicha cuestionante Camus nos presenta la rebelión o la revolución como respuesta al sin sentido que puede expresar la política, dicha Rebelión no necesariamente supone el uso de la violencia física pero si gracias a los mecanismo legales e institucionales que hemos creado con el avance de nuestras sociedades podemos controlar el actuar de nuestros dirigentes, no obstante, ¿qué nos impediría eliminar el Estado y llegar a sistemas de gobiernos mínimos como una solución revolucionaria?
Ambos autores parecen estar de acuerdo en que no existiría una “esencia” de la política y por tanto no debería estar influenciada por fórmulas únicas y fijas. Bajo estos preceptos la existencia de ideologías sería un absurdo en la búsqueda de mejorar las condiciones de las personas. El gobierno sería una solución a la impronta de la existencia sólo en el caso que centrara sus esfuerzos en mejorar las condiciones de la sociedad, ampliar la gama de las libertades individuales y concentrar sus funciones en gobernar bajo un estilo humanista y desinteresado. Podemos además decir que bajo el análisis los partidos políticos tampoco serían un mecanismo útil, dado que estarían influenciados por intereses de partido e ideas inamovibles como lo son las ideologías. Pareciera ser que los autores nos presentan una idea de gobierno más bien anarquista, donde es sólo el individuo quien es dueño de su propia libertad construida gracias a la cooperación con la libertad de otros y frente a la problemática de los problemas sociales sólo nos quedaría la rebelión en contra del absurdo buscando soluciones constantes sin descanso con una visión de amor por la vida. La idea de que otros tomen decisiones por nosotros implicarían una inacción, una suerte de mala fe, que implicaría la resignación a la miseria y la inercia inútil.
Cabe preguntarnos finalmente cuales son los problemas que derivan de someterse a un sistema anárquico, qué es lo que impide que tomemos determinaciones de forma individual sin tener que delegar nuestra libertad. Pareciera ser que elegimos gobiernos por su capacidad de concentrar esfuerzos en un solo complejo y negociar de forma más simplificada soluciones a los problemas, mientras que en un sistema anarquista las complicaciones se centrarían en cómo hacer calzar una infinidad de diferencias subjetivas en respuestas de carácter general. En ese sentido los gobiernos son capaces de homogeneizar y disminuir el carácter subjetivo de la vida del hombre pero siempre sometido a que los gobernantes actúen de mala fe o sean corruptibles. Finalmente la moraleja de ambos autores recae en la importancia de la libertad del ser humano y la posibilidad de revelarnos frente a los problemas de la existencia, lo cual es de carácter máximo en la vida diaria y en la política.
Trabajos citados
Camus, A. (1985). El mito de Sísifo. Buenos Aires: Editorial Losada S.A.
Sartre, J. P. (1946). El existencialismo es un Humanismo. (pág. 20). París.
Valles, J. (2010). Una introducción a la Ciencia Política. Barcelona: Editorial Ariel S.A.
Zizek, S. (2008). Consecuencias. Recuperado el 13 de junio de 2014, de Consecuencias: Revista digital de psicoanálisis, arte y pensamiento: http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones/002/template.asp?arts/derivaciones/zizek.html

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[ 1 ]. Se entenderá política como aquellos actos que implican las relaciones de poder y el gobierno y que tienen por finalidad resolver conflictos, concepto extraído de: Valles, Josep; Una introducción a la Ciencia Política; Editorial Ariel S.A, Barcelona, 2010.